¡Ha nacido el Salvador!
PAZ Y BIEN.
En cristiano, lo nuevo siempre es Jesús, porque nunca se agota su amor. Con Jesús, nuestra Navidad no se gasta, nuestra vida camina de novedad en novedad.
No es hora de mirar atrás. El Espíritu de Jesús nos desafía a ver si somos capaces de vivir la novedad de este momento de nuestra vida. Al igual que las hojas comienzan a cambiar de color en el otoño, la vegetación termina un ciclo preparándose para el siguiente, también nosotros podemos renovarnos, cambiando lo que haya que cambiar. La Navidad, que es Jesús, viene a nosotros para estrenarla como un camino nuevo. No es fácil romper los esquemas pero, si lo intentamos, algo puede que cambie esta Navidad para que surja lo Nuevo y lo Bello. La respuesta nos darán los frutos a su debido tiempo. (Descarga la carta de Navidad completa)
1.- Recuperar la ingenuidad.
Necesitamos vivir la Navidad volviendo a la escuela de las cosas simples, estar en lo que hacemos poniendo el corazón en ellas. Amenazados de dispersión, nos come la prisa. Se nos ha metido dentro la complicación, el ansia de eficacia...Jesús nos invita a un caminode regreso, a la simplicidad de corazón, al amor que nos reúne y unifica la mirada.
Se trata de hacernos niños en el Niño-Dios para ver, desde El, la simplicidad de un pesebre y las posibilidades que en él se esconden en aquellos que lo habitan.
2.- Acoger la audacia del Espíritu.
Para vivir la Navidad, el Espíritu de Jesús y el nuestro, nos regala audacia para dejar lo viejo y apuntarnos a lo nuevo. Nos invita a mirar las dificultades como desafíos y oportunidades. Lo que nos parece un obstáculo para la novedad, El Espíritu nos enseña a incorporarlo a nuestra verdad para crecer en confianza. A los miedos de todo tipo, que se nos han metido dentro, los vencemos cantando lo nuevo y lo bello que anida en nuestro corazón. Es la hora de aligerar los pesos que llevamos dentro, de soplar sobre la brasa y no sobre las cenizas.
Vivir con lo malo sería no apreciar la novedad de Jesús y la belleza de cada hermano. El perdón nos ayuda a recuperar el tiempo perdido, la esperanza de vivir un camino común en una tierra común.
3.-Avancemos por los caminos de la confianza.
Junto a Jesús es posible recuperar la confianza sabiendo que, con El, todo acabará bien porque todo es gracia. Para vivir en esta confianza no necesitamos alejarnos de nuestra debilidad de niños pequeños, ni tampoco ir lejos de los pobres. Navidad es la fiesta de los pequeños y entrañables gestos, siempre fraternos, solidarios y universales...
Basta con poco, s es compartido, para que surja la fiesta y la belleza de la comunión. Jesús nos espera a la puerta llamando, siempre tiene tiempo para nosotros.
4.- Sé agradecido con la vida.
Todo lo nuevo es gratuito; la Navidad de cada ser humano es también lo que es:
“Me tocas, Señor...”. ¿Qué puedo hacer yo para responder a este beso universal”?. La experiencia de la novedad que trae Jesús, y que despierta nuestro ser más hondo y original, nos lleva a tomar la vida agradecidamente, haciendo de ella una fiesta cargada de detalles para con los pobres. Si cuando regalamos rosas siempre queda algo de perfume en nuestra mano, al mirarnos en Jesús nada se nos queda entre las manos porque Él se no da en totalidad y en la fragilidad de un pesebre.
5.- Disfrutar de la belleza de Dios.
El nacimiento de Jesús, que nos alegra y dilata el alma, nos lleva a vivir la vida como danza en los brazos de la gracia, con la música del amor. Es hora de ensanchar el espacio de nuestra tienda para que quepan todos los hombres y mujeres del mundo. En diálogo con toda la humanidad recuperamos la novedad de un corazón disponible y la belleza de un encuentro que nos invita a volar hacia lo alto, para que, desde allí, descubramos las bajuras a las que hemos de acompañar desde la debilidad del pesebre.
En ese niño, el Hijo de Dios contemplado en Navidad, podemos reconocer el verdadero rostro, no solo de Dios, sino el verdadero rostro del ser humano; y solo abriéndonos a la acción de su gracia y tratando todos los días de seguirle, realizamos el plan de Dios en nosotros, en cada uno de nosotros.
Nos visitan en Navidad lo mejores sueños de Felicidad y en medio de un mundo de rupturas y esperanzas, habitado por empobrecidos, refugiados, excluidos, inmigrantes y desplazados...Quiero compartir desde el Grupo de San Francisco de Granada la novedad y la belleza de la presencia del recién nacido, Jesús, y la esperanza de un año cargado de prometedora belleza y esperanza, a lo largo de todo el 2017.
Necesitamos de Buenas Noticias: ¡HA NACIDO EL SALVADOR!
¡¡FELIZ NAVIDAD!!